Uno que es hijo de una ex-joyera a la cual le gusta más un pedrusco que a un tonto un lápiz no ha podido más que mamar su afición por algo tan denostado en la actualidad y peyorativamente tratado de rancio como la alta joyería.
De acuerdo en que si una se se compra un joyón en Suárez o en Carrera y Carrera siempre estará más cerca de ser numeraria de ese Opus de flagelo en pierna, de mojar sus bragas de La Perla ante el concierto de Año Nuevo en el Real o de ser testigo de apariciones marianas al más puro estilo Pitita Ridruejo que de aparecer en la portada de Dazed&Confused, vale que si compras en Tous tus días de cajera en el Carrefour pueden ser algo más que una utopía... pero afortunadamente hay gente que sigue pensando que diseñar joyas puede resultar moderno, divertido y hasta transgresor sin por ello renunciar a ser elegante, clasista, elitista y deliciosamente decadente.
Hay dos mujeres en esto del brilli-brilli que a mi me tienen completamente embobado, dos mujeres con un sentido de la composición y del ocultamiento de muñones absolutamente genial.
Aquí os dejo con este par.
VICTOIRE DE CASTELLANE : Cuando Bernard Arnault decidió hacerse con las riendas de Dior y sacarla de ese ostracismo al que el orondo Ferré había sumido (con colecciones por otro lado brillantes pero cuyo clasicismo no llamaba la atención de medios, celebrities y sobre todo de clientas que no tuviesen más de 136 años), no sólo acertó llamando a las puertas de Galliano y Slimane sino que dió de pleno con la contratación de una desconocida gabacha, feucha pero altamente atractiva, para su sección de joyería. Arnaud mandó al arquitecto talla King Size a comerse las BigMacs lo más lejos posible de la casa de la sillita gris (que Dios lo tenga en su Gloria) y dió carta blanca a esta triada del mal para poner patas arriba la gloriosa "maison".
Victorie llegó, vió y venció allá por el año 98 y desde entonces no deja de deslumbrar con sus mariquitas devoradas entre fauces de esmaltadas plantas carnívoras , sus flores o sus calaveras reales que parecen sacadas talmente de los Romanoff. Orgías de color, alegría y cierto infantilismo que no nos permiten pensar ni por un momento en la cruda realidad que gira en torno al mundo del diamante. Esta mujer ha venido para divertirse y contagiar, a todo aquel que se pueda permitir tales precios, de su hedonismo y de su "savoir affaire".
Y es que como ella misma dice: "Las joyas son bellas si pueden llamar la atención".
Amén.
Dejemos los ositos de plata para chachas con ínfulas de zarinas.
DELFINA DELETTREZ : Estoy de acuerdo que la niña no es que haya nacido con una flor en el culo sino que ha nacido con todo un bosque de secuoyas, vale que no todo el mundo es hijo de una de las Fendi, que sólo unos pocos pueden tener la suerte que Karl Lagerfeld diseñe tu logotipo, que tu padre sea un famoso joyero (Bernard Delettrez) o que tu primera colección se venda en Colette, pero la gente no es tonta y aunque se la puedes colar en un principio si no vales te vas a tu puta casa (en su caso a su coqueta mansión en la Toscana, que quieras que no es una manera preciosa y elegantísima de irse uno a tomar por el culo)... y me da a mi que esta a su casa se va a ir a la hora de cenar y poco más, porque lo que es talento y sensibilidad tiene para rato.
Como si las Fendi en vez de unas geniales peleteras se hubiesen dedicado a mamarse como perras con Cocteau , Dalí o la Schiaparelli, Delfina parece sacada de una orgía de opiáceos junto a lo mejor del movimiento surrealista: ojos venosos, ranas, esqueletos, calaveras, insectos, garras o los mismísimos labios de Mae West conforman su estilo. Vamos, que a esta cualquier día le da por creerse Buñuel y nos llena a las señoronas del Barrio de Salamanca de burros muertos llenos de moscas.
Yo la adoro de manera totalmente vehemente y enloquecida, y no sólo por el estoicismo que exige soportar el dolor de nacerte una secuoya en tan aristocrático ano .
Harry Winston ha muerto!. Larga vida a la joven princesita!
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